Atención al cliente y la realidad detrás de la sonrisa

Esta mañana he llamado en varias ocasiones a ESTESA, la compañía para la cual he firmado contrato para servicio de internet por cable (que de paso es la única en el país). Sin embargo, parece que el servicio al cliente no es una de sus prioridades.

El contrato está firmado desde el viernes y lo firmé después de que la señorita que me atendió me aseguró _ con su amable sonrisa _ que el lunes me instalarían el servicio. Llamé el lunes para ver si ese día lo instalarían, pero me dijo (la misma señorita) que habían tenido un problema y que la instalación se llevaría a cabo al día siguiente.

He llamado hoy martes nuevamente, y me encuentro con la sorpresa de que la señorita que me atendió ayer está de vacaciones. Por lo tanto, quien lleva mi caso el día de hoy me dice que nuevamente hay un problema con mi caso y que hasta mañana podrán darme respuesta.

Esto nos lleva a la conclusión que la atención al cliente en esta empresa es en definitiva muy deficiente. Algo que quizás se repita en muchas otras que ostentan negocios de tendencia monopólica. El concepto de buena atención al cliente que se tiene en este país se reduce únicamente a que los funcionarios de facturación o caja o de venta brinden una amable sonrisa y se olvidan que el alma del negocio es el servicio de calidad.